Hoy te voy a contar algo con lo que deberíamos tener mucho cuidado cuando vamos adentrándonos en el estudio de la astrología, y es la forma en que usamos el lenguaje, y por lo tanto, cómo esto condiciona cómo pensamos y organizamos internamente nuestras percepciones.
Es muy fácil hablar de los planetas y automáticamente poner «la energía» ahí afuera, en esas masas colosales de materia que orbitan en el sistema solar. Es lógico que nuestra inercia sea a pensar así, después de todo, venimos de siglos de astrología tradicional y pensamiento lineal donde acuñamos la idea de que «los astros nos influyen». Claro que puede haber una relación de este tipo, pero si sostenemos esa mirada, perpetuamos una disociación entre nuestro adentro y nuestro afuera.
Esta es también la pobreza de seguir empleando el lenguaje para hablar de planetas benéficos y maléficos. Primero y principal, si lo bueno o malo es la «influencia planetaria» (frase que no me gusta), entonces ¿qué podemos hacer al respecto? ¿Cómo aprendo y cómo me transformo? ¿Cómo vivo con el yugo de haber nacido bajo influencias de planetas malos? Todo esto jamás tuvo sentido para mí, y por fortuna me encontré con autores que me mostraron una nueva mirada.
En mi opinión, el primer paso básico que todo aprendiz de astrología puede tomar para ir corrigiendo esto y moverse así a una percepción de mayor riqueza es quitar las palabras «bueno» y «malo», y quitar la noción de influencia planetaria para reemplazarla por el «soy», que transmite unidad. Somos los planetas, porque son parte la Vida, nuestra misma vida.
La Luna en Aries no me hace peleador. El tránsito de Saturno a mi Sol no me hace las cosas difíciles. Plutón en Casa 7 no me trae complicaciones a nivel relaciones. Yo soy Luna en Aries con sus infinitos niveles de manifestación. Yo soy ese tránsito de Saturno a mi Sol, porque estaba codificado desde el momento de mi nacimiento; yo soy Plutón en Casa 7 con todos aprendizajes y potencialidades que eso propone. Pero si seguimos diciendo que son los astros los que nos influyen, tomamos un atajo hacia un conformismo exento de toda indagación.
Si miramos hacia adentro, encontramos esas mismas energías en nuestro mar interior. Claro, no tienen forma de planeta; quizás no encontremos los anillos de Saturno entre nuestras sensaciones, o en la forma de nuestro pensamiento. Pero vamos descubriendo que la misma cualidad se hace presente, y eso de por sí es un gran descubrimiento. A fin de cuentas, como suelo decir, el entrenamiento astrológico es percibir cualidades.
─ Leandro Liptak
Fundador de Venus Saturno
Autor del libro Curso de Astrología Espiritual (2018)
Escuela de Astrología
Formando Seres Sensibles
Sembrando Consciencia